Que se mueran los feos.
Vivimos tiempos difíciles para los feos. Sobre todo porque ya no está nada claro quien es feo y quien no.
Antes uno era feo independientemente de su actividad o de su actitud vital. Uno podía ser feo y resultar atractivo o interesante. En realidad, uno podía estar seguro de ser feo si decían de él que era atractivo o interesante. Hoy en día la cosa se ha complicado.
Por ejemplo, uno ya no "es" feo, ahora "está" feo. Es una extensión de una cuestión médica y fisiológica. La gente no es gorda, está gorda.
De este modo, como uno puede elegir no estar gordo, también puede elegir no estar feo.
Otro ejemplo: uno no es viejo, está viejo. Podemos elegir no estar viejos.
Este descubrimiento ha sido admirablemente condensado en una frase que es un prodigio de la capacidad demostrada por la publicidad moderna para resumir filosofías (igualmente modernas): "No pesan los años, pesan los kilos".
Estás viejo y gordo porque quieres, amigo, puedes ser muy guapo, tanto como quien sostiene el producto anunciado en el spot publicitario.
Y para completar el círculo, la técnica proporciona la solución perfecta a problemas como puedan ser órganos faciales de dimensiones con medidas inapropiadas. O para órganos corporales de dimensiones escasas. Vamos, que puedes operarte la nariz, perfilar y engrosar tus labios, o ponerte unas tetas estupendas.
Por supuesto tampoco eres delgado, sino que estás delgado, "te falta masa muscular", para ser exactos.
La actitud positiva que conduce al nuevo estado perfecto se llama "ponerse en forma".
La resonancia médica de una frase así proporciona el antídoto contra acusaciones de ser una actitud frívola. No se trata de una mera cuestión estética, es por tu salud. Física y mental. La revolución del culto al cuerpo no necesita coartadas, lo pide el cuerpo.
Algunos detalles pueden ignorarse con elegancia. Por ejemplo, la obesidad se diagnostica a partir de ciertos parámetros con cierta tolerancia. Uno puede alejarse de su peso ideal en un sentido u otro y no padecer obesidad o padecer falta de tono muscular. O se desprecian con no menos elegancia recurriendo a que la actividad que conduce a la consecución del peso ideal proporciona, de algún modo, la actitud correcta desde un punto de vista psicológico de la salud. El pensamiento positivo es positivo el mismo, oiga.
El feo, en el nuevo sentido, es alguien que no tiene la actitud psicológica correcta y cuyos hábitos de vida perjudican la salud. El feo, señores, es culpable de su fealdad.
Antes uno era feo independientemente de su actividad o de su actitud vital. Uno podía ser feo y resultar atractivo o interesante. En realidad, uno podía estar seguro de ser feo si decían de él que era atractivo o interesante. Hoy en día la cosa se ha complicado.
Por ejemplo, uno ya no "es" feo, ahora "está" feo. Es una extensión de una cuestión médica y fisiológica. La gente no es gorda, está gorda.
De este modo, como uno puede elegir no estar gordo, también puede elegir no estar feo.
Otro ejemplo: uno no es viejo, está viejo. Podemos elegir no estar viejos.
Este descubrimiento ha sido admirablemente condensado en una frase que es un prodigio de la capacidad demostrada por la publicidad moderna para resumir filosofías (igualmente modernas): "No pesan los años, pesan los kilos".
Estás viejo y gordo porque quieres, amigo, puedes ser muy guapo, tanto como quien sostiene el producto anunciado en el spot publicitario.
Y para completar el círculo, la técnica proporciona la solución perfecta a problemas como puedan ser órganos faciales de dimensiones con medidas inapropiadas. O para órganos corporales de dimensiones escasas. Vamos, que puedes operarte la nariz, perfilar y engrosar tus labios, o ponerte unas tetas estupendas.
Por supuesto tampoco eres delgado, sino que estás delgado, "te falta masa muscular", para ser exactos.
La actitud positiva que conduce al nuevo estado perfecto se llama "ponerse en forma".
La resonancia médica de una frase así proporciona el antídoto contra acusaciones de ser una actitud frívola. No se trata de una mera cuestión estética, es por tu salud. Física y mental. La revolución del culto al cuerpo no necesita coartadas, lo pide el cuerpo.
Algunos detalles pueden ignorarse con elegancia. Por ejemplo, la obesidad se diagnostica a partir de ciertos parámetros con cierta tolerancia. Uno puede alejarse de su peso ideal en un sentido u otro y no padecer obesidad o padecer falta de tono muscular. O se desprecian con no menos elegancia recurriendo a que la actividad que conduce a la consecución del peso ideal proporciona, de algún modo, la actitud correcta desde un punto de vista psicológico de la salud. El pensamiento positivo es positivo el mismo, oiga.
El feo, en el nuevo sentido, es alguien que no tiene la actitud psicológica correcta y cuyos hábitos de vida perjudican la salud. El feo, señores, es culpable de su fealdad.
5 comentarios
jose -
La mejor comida, la dieta mediterránea. Eso es calidad.
Toni M. Jover -
Vailima -
No obstante, es curioso cómo hay cada vez más gente sin prejuicios estéticos a pesar de la publicidad que tú apuntas. Mirad los adolescentes. Ellos llevan unos pantalones que para bajarse la bragueta tienen que llegar a las rodillas y ellas, llevan unos tops que dejan al descubierto sus michelines amén de llevar unos pantalones en los que se les ve la raja del culo. No les importa los kilos y los llevan libremente.
Estamos en una sociedad extremadamente polarizada.
Palimp -
Toni M. Jover -
Yo ya no sé como explicárselo.
Saludos, Asigán