El experimento científico.
La actividad científica presupone un mundo real, y sensible. No solo sensible, sino, además, cosensible. Es decir, la actividad científica se basa en la identidad básica de la sensibilidad humana. Los fenómenos se producen en el mundo real, y no dependen del observador. La ciencia se limita a los fenómenos perceptibles en los que los observadores son intercambiables. No importa, a estos efectos, que lo perceptible sea el fenómeno en sí o el registro de un aparato medidor, por ejemplo.
La experiencia dicta que los informes sobre aquellos fenómenos avalados por varios observadores independientes son más fiables que aquellos que proceden de un solo observador.
Para que esto sea aprovechable científicamente, debemos asegurarnos de que los observadores miran el mismo fenómeno.
Pero, debido a la falibilidad de los sentidos, las distorsiones e ilusiones ópticas, etc, la ciencia no deja las observaciones, en la medida en que esto es posible, al azar.
Este es el sentido del experimento. Una observación provocada, con variables controladas que puede ser reproducida por cualquier observador (dejemos aparte las limitaciones técnicas y de otro tipo, me refiero a que cualquier persona por el hecho de serlo, puede ver lo mismo).
El experimento puede estar destinado a comprobar una teoría, a falsar otra, a comprobar una predicción, a refinar resultados cuantitativos, etc. En general, un experimento se destina a obtener una novedad.
En la ciencia, un resultado experimental constituye una prueba, en un sentido muy similar al que tiene ese término en el terreno judicial.
Lo crucial del experimento en ciencia explica la exigencia de excelencia en el diseño y ejecución de los experimentos.
La experiencia dicta que los informes sobre aquellos fenómenos avalados por varios observadores independientes son más fiables que aquellos que proceden de un solo observador.
Para que esto sea aprovechable científicamente, debemos asegurarnos de que los observadores miran el mismo fenómeno.
Pero, debido a la falibilidad de los sentidos, las distorsiones e ilusiones ópticas, etc, la ciencia no deja las observaciones, en la medida en que esto es posible, al azar.
Este es el sentido del experimento. Una observación provocada, con variables controladas que puede ser reproducida por cualquier observador (dejemos aparte las limitaciones técnicas y de otro tipo, me refiero a que cualquier persona por el hecho de serlo, puede ver lo mismo).
El experimento puede estar destinado a comprobar una teoría, a falsar otra, a comprobar una predicción, a refinar resultados cuantitativos, etc. En general, un experimento se destina a obtener una novedad.
En la ciencia, un resultado experimental constituye una prueba, en un sentido muy similar al que tiene ese término en el terreno judicial.
Lo crucial del experimento en ciencia explica la exigencia de excelencia en el diseño y ejecución de los experimentos.
4 comentarios
Asigan -
dob -
En cambio, imagínate si el que ve fantasmas es Jane Goodall, o Kekulé: el valor de sus contribuciones al conocimiento colectivo queda reducido a cero, supongo. Aunque quién sabe, ¿habrán existido psicóticos también entre esta gente?
TioPetros -
Está claro que según el marco que Asigan le coloca a la actividad científica, la matemática no es una actividad científica: no depende de la realidad, ni del mundo exterior. Tampoco depende de la voluntad del observador. SUpongo que te refieres a eso, dob, cuando dices "poco conectados con la realidad que necesitan estar los matemáticos".
No obstante, se revela como la herramienta idónea para comprender el mundo. Curioso, ¿verdad?
dob -
Ahora reparo en lo poco conectados con la realidad que necesitan estar los matemáticos. Y lo esclavos de ella que somos los demás...