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Saber/Creer

Tolerancia intolerable

La tolerancia, cuyo significado tuvo durante mucho tiempo una cierta carga negativa, se ha convertido hoy en uno de los valores- o virtudes- más apreciados por una parte de las sociedades occidentales. Muchas personas han hecho de la tolerancia un equivalente de la democracia, hasta el punto de considerar los aspectos políticos de un estado irrelevantes - o subordinados- comparados con los "niveles de tolerancia" mostrados por el mismo. "Hay que ser tolerantes" es la consigna a seguir. La tolerancia se considera la clave de la sociedad justa, de las relaciones internacionales productivas, de la lucha contra el terrorismo eficaz y éticamente aceptable, etc. Definirse como intolerante frente a cualquier hecho, actitud o doctrina es un pecado laico contra la sociedad progresista, independientemente de cuales sean esos hechos, actitudes o doctrinas.

Personalmente, encuentro esto contradictorio con la aspiración a una sociedad perfectible, y considero esa aspiración como la verdadera expresión de una actitud progresista.

La tolerancia es admitir la relatividad de todos o algunos aspectos de los actos y los pensamientos humanos. Aunque se exprese en la capacidad para convivir con actos y pensamientos distintos a los propios, se basa en admitir la legitimidad, en varios sentidos, de esos actos y pensamientos. Ser absolutamente tolerante supone el convencimiento de que nada es absoluto y de que nadie ni nada posee una verdad que no sea parcial o subjetiva.

Sin embargo, tal pretensión resulta auto- contradictoria, la tolerancia ilimitada aspira a ser una verdad y un valor absoluto al tiempo que niega que algo así pueda existir. Resulta más evidente si entendemos que la versión positiva se expresa de manera negativa como "intolerancia con la intolerancia".

Parece mucho más razonable admitir que existen algunas verdades y valores irrenunciables y que deben defenderse frente a quienes las amenazan, al tiempo que existen otros aspectos acerca de cuyo valor y certeza existen dudas y mostrarse tolerantes con ellos desde la asunción de esa realidad.

La tolerancia, más que un valor, es una actitud aconsejable en determinadas circunstancias, o en todo caso, un valor relativo a esas circunstancias, de tal modo que la intolerancia puede ser asimismo un valor respecto a circunstancias diferentes.

Así, la democracia y la actitud cívica progresista, en tanto aspira a una sociedad más justa considerándola perfectible, se define por asumir ciertas verdades y valores en ese camino de mejora y enfrentar sus amenazas, siendo intolerante con ellas, mientras muestra tolerancia- entiende como relativos y legítimos- otros valores y formas de afrontar la realidad en tanto pueden ser armonizados en el conjunto de valores y verdades asumidas por la sociedad como conjunto.

4 comentarios

monitor -

¿Nadie se acuerda de que a las casa de mala nota se les llamaba también "Casas de Tolerancia"??
Verídico.

Holbach -

Claro, del mismo modo que no todos los pro-vida van por ahí disparando contra los médicos que realizan abortos, tampoco todos los anticlericales vamos por ahí "ahorcando a los curas con las tripas de las monjas".

Es anticlerical todo aquel que defienda la separación de las Religiones y el Estado.

Por cierto, creo que a Carlos Herrera le he oído decir que entre Estado "aconfesional" y Estado "laico" hay diferencia. Yo creo que no. 'Aconfesional' y 'laico' son sinónimos: se aplican al Estado que respeta la separación entre la Religión y las instituciones públicas.

Asigan -

Cierto,Holbach.

El anticlericalismo se opone al clericalismo, no es ni más ni menos que la oposición la intervención de la Iglesia en la política,algo que defiende el clericalismo.

No creo que nadie se escandalice hoy en día de esa idea, base no solo del laicismo, sino del "inocente" aconfesionalismo.

El problema es como se manifiesta y ejerce esa postura. La cuestión es que el anticlericalismo no se identifica, como muchos creen, con el odio a la religión o los religiosos, y mucho menos en asesinatos, quema de conventos u otros actos de ese tipo.

En rigor, la Constitución española y todas las que ordenan estados aconfesionales, son anticlericales, es decir, se oponen a la idea de que la Iglesia dirija la política.

Holbach -

Asigan, la actitud que criticas se manifiesta por ejemplo en el uso actual de la palabra 'anticlerical'. Este término se usa mucho últimamente como si indicase algo propio de "intolerantes". Lo peor es que hasta los socialistas mismos rechazan vigorosamente la etiqueta de anticlericales.

Si todos esos ignorantes se molestasen en abrir un diccionario comprobarían que el anticlericalismo es algo que todo verdadero demócrata tiene que considerar bueno. Lo incompatible con la democracia liberal es el clericalismo.