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¿Telepatía o casualidad?

¿Telepatía o casualidad? Supón que te encuentras en el salón de tu casa cómodamente sentado en tu sillón pensando en aquel primo, amigo al que hace tiempo que no ves o en ese cantante o actor famoso del que ya no oyes hablar. En un lapso de 5 minutos siguientes al instante de tu pensamiento suena el teléfono y te comunican que esa persona ha fallecido. ¿Telepatía?. Para averiguarlo debemos resolver un problema: ¿ cuál es la probabilidad de que, a los 5 minutos de pensar en una persona nos enteremos de su fallecimiento por pura casualidad?. Para resolverlo necesitamos conocer el número de personas conocidas, en un sentido amplio, de las cuales nos enteramos de su fallecimiento y el número de personas conocidas en las que pensamos en un determinado lapso de tiempo, pongamos un año. Pongamos que conoces a diez personas de esas características y que piensas una sola vez en ellas a lo largo de un año. Trato de ser conservador en las estimaciones.
Sabiendo que un año tiene 105.120 intervalos de 5 minutos, ¿ cuales son las posibilidades de enterarnos del fallecimiento de esa persona precisamente en ese pequeño intervalo de 5 minutos después de que hayamos pensado en ella?. La respuesta, obviamente, es de 1 sobre 105.120. Muy bajo. Pero conocemos 10 personas que fallecen en un año, luego la posibilidad de que ese suceso se dé es la suma de las probabilidades de cada uno de ellos, es decir, de 1 sobre 10.512. Mejor, pero sigue siendo bajo.

Claro que, bien pensado, todos conocemos gente, pensamos alguna vez en ellas y nos enteramos del fallecimiento de alguna. Lo cual nos lleva a que la probabilidad de que un suceso así se dé es igual a 1 dividido entre 10.512 multiplicado por la población en cuestión. En el caso de España, si tomamos una población de 20.000.000 (la población es del doble) de personas tenemos que algo así ocurrirá por puro azar casi 2000 veces al año. En Europa unos 70.000 casos anuales y para el total de la población mundial unos 600.000 casos todos los años.

He seguido el libro de Henry Broch y Georges Charpak: Conviértase en brujo, conviértase en sabio.

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